Isabel Tallos presenta un catálogo de imágenes en las que no cesa de autorrepresentarse, ya sea mediante su solitaria presencia en los espacios en los que se inserta, como en las vistas de muchos lugares, completamente vacíos, metafísicos y con los que establece una vinculación por distintos motivos. La fotógrafa parece legarnos una iconografía y escenificación de la espiritualidad, de la intimidad, del recogimiento, de la fragilidad y del silencio.
Las imágenes de lugares de distintas ciudades arrojan una homologación del espacio, es decir, resultan todas muy similares, neutras y no-singulares: pudiera ser cualquier rincón de cualquier ciudad y no la imagen representativa o el icono que persigue capturar el turista. En algunos casos son espacios privilegiados (monumentos, castillos, museos) tomados en detalles poco elocuentes y significativos, pero en la mayoría de las ocasiones, las imágenes de Low Cost no dejan de ser ámbitos intrascendentes con los que la paseante, la flaneuse, se vincula emocionalmente, o cuanto menos empatiza. Tal vez porque rememoran espacios ya-vistos o ya-vividos, es decir, que éstos que descubre como turista le recuerdan a otros asumidos como propios. Subyace aquí una experiencia cercana a la revelación.
Algunas imágenes de Low Cost parecen atravesadas por el recuerdo de otras fotografías anteriores de Isabel Tallos: espacios vacíos, con entradas de luz, sin decoración, ordenados compositivamente de un modo regular u ortogonal en los que se inserta la presencia de la propia fotógrafa en actitudes muy similares a las de anteriores series: sola en espacios amplios, lo que acentúa cierta fragilidad; bañada por la luz que arrojan los vanos a los que se asoma; ausente, desamparada, deambulando, en compás de espera, encerrada en sí misma o reducida a una suerte de miniatura. Aquí, ahora, viajar equivale a reencontrar(se).